Salgo en la mañana sin más idea que la de llegar a esa cita, busco descifrar la común indiferencia de los transeúntes, anónimos, desconocidos, extraños, todos circulamos en la autopista de la indiferencia, cada uno lleva en si el incognito y humano deseo de poder.
No se si algunos extraños caminantes , mal vestidos , harapientos , sentimos que más allá de perpetuarnos ilusamente en las ruinas del egoísmo, añoramos que perdure por siempre impertérrito ,el corazón en que descansa sin agobio la blanca estrella de la lucidez.
Que sería de mi sin la palabra ,cómo prescindir de ese camino recóndito de formas , colores y símbolos que dibujan un escudo para abrigar la desnudez de la libertad , que sería de mi sin la palabra , una vulgar mentira , oxidada en la penumbra del olvido, un cuerpo putrefacto que se cercena en el pico afilado y ansioso de los buitres de esta demencial modernidad .
Me buscaría entonces en el servil encanto del poder, el valor mismo de la palabra sucumbiría sin más ante esa idolatría vomitiva de las cosas, ese monstruoso hábito del deseo enfermizo con el que viste su descaro “el ciudadano de corbata” .
Ese capataz de la corruptela pública, enmascarado conpinche del fraude y la falacia pues construyó su estirpe con el sollozo de las mujeres parturientas, ese que pisó lo pies descalzos del niño callejero , que se endulzó inescrupuloso en los senos dolidos de esa concubina adolecente(inocente).
Arma fructífera , invisible, audaz (la palabra) , empuño tu pluma inclemente para cumplir el cometido glorioso de desarmar al pretencioso , hombrecito sin pudor , camisa blanca inmaculada , corazón negro y miserable , ciudadano de corbata.